23 de maio de 2013

OPPENHEIMER: La OEA y la marihuana


EL INFORME OPPENHEIMER



 

El informe de la OEA, de 400 páginas y titulado “El problema de la droga en las Américas” había sido encargado por los países latinoamericanos en la Cumbre de las Américas del año pasado, celebrada en Cartagena.
Aunque el reporte no hace recomendaciones concretas, incluye explícitamente la despenalización de la marihuana entre los posibles escenarios que se pueden dar en Latinoamérica en el futuro próximo. En otras palabras, pone esa opción sobre la mesa, en lo que probablemente sea la primera vez que una organización internacional considera la despenalización del consumo de marihuana como una estrategia válida.
El informe pide “mayor flexibilidad” en las políticas anti-drogas, y señala que “hay tendencias que tienden a la despenalización o legalización de la producción, la venta y el uso de la marihuana”. Y agrega que “tarde o temprano, habrá que tomar decisiones en esta área”.
Por el contrario, el informe dice que la despenalización o legalización de otras drogas mas duras, tales como la cocaína, no sería una buena idea. La marihuana no es más dañina que el alcohol o el tabaco, explica, pero no es el caso de la cocaína y otras drogas.
En una entrevista, el secretario general de la OEA José Miguel Insulza me dijo que el informe tan solo presenta escenarios, y "trata de no inclinarse por ninguna variante".
Pero añadió que existe un acuerdo generalizado entre los expertos que participaron en el estudio en que hay que tratar a las drogas ilícitas como un problema de salud y no como un problema de orden público o delictivo, un argumento clave de los defensores de la despenalización.
“Si una persona está enferma, no se la manda a la cárcel”, me dijo Insulza. “Tiene que tener un tratamiento especial. Tienen que tratarlo como una persona que tiene una grave adicción, que tiene que superar".
El informe de la OEA sale a la luz después de que varios presidentes latinoamericanos, incluyendo a los de Colombia, Guatemala, México y Uruguay, han pedido cambios en la “guerra contra las drogas” respaldada por Estados Unidos en las últimas décadas, que ha dejado una secuela de decenas de miles de muertes en los últimos años.
Esos pedidos se han intensificado desde que los estados de Colorado y Washington aprobaron el año pasado el uso recreativo de la marihuana.
Varios ex presidentes, tales como Fernando Henrique Cardoso de Brasil, César Gaviria de Colombia, Ricardo Lagos de Chile y Ernesto Zedillo de México —miembros de la Comisión Global sobre Política de Drogas, un grupo no gubernamental — celebraron el contenido del informe de la OEA.
En una entrevista aparte, Gaviria me dijo que aunque el informe de la OEA no apoya abiertamente la despenalización o legalización de la droga, “acabó con el tabú de que no se puede hablar sobre estos temas" y "legitimó el debate".
El informe de la OEA —que, dicho de paso, es tan enredado y está tan mal escrito que resulta difícil quedarse con un muchas ideas claras después de leerlo— se debatirá en la Asamblea General de la OEA que se celebrará en Guatemala en junio.
El estudio podría poner en marcha un proceso diplomático que podría llevar a revisiones en las convenciones de las Naciones Unidas que declaran ilegales a varias drogas. La Asamblea General de la ONU tiene programada una Sesión Especial sobre Drogas en 2016.
Mi opinión: No estoy seguro de que, por ahora, la legalización de todas las drogas sea una gran idea en Latinoamérica. Eso haría que muchos gobiernos que ya son corruptos pasen a controlar una industria de miles de millones de dólares, y que se corrompan aún más.
La legalización puede funcionar en Holanda, o en otros países con instituciones fuertes, pero no sé si sería lo más recomendable en Guatemala, Honduras y otros países con instituciones débiles. Me temo una legalización generalizada podría llevarnos a terminar peor de lo que estamos.
Pero despenalizar el consumo de marihuana podría ser un paso conveniente. En vez de mandar a la cárcel a los fumadores, llenando las cárceles con jóvenes que allí son reclutados por criminales, podríamos usar esos fondos para lanzar campañas masivas para que la gente no consuma drogas.
En ese sentido, el informe de la OEA es un paso en la dirección correcta. La "guerra contra las drogas” de Estados Unidos no está funcionando —a tal punto, que el propio gobierno del presidente Obama ha dejado de emplear esa expresión— y hay que buscar nuevas alternativas, cautelosamente, para ver si funcionan.

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